Comprar una propiedad y ponerla en alquiler es una estrategia rentable para el futuro y una forma de invertir en una herencia o aprovechar una oportunidad de la suerte. Sin embargo, muchas propiedades se ofrecen en el mercado de alquiler sin mejoras o acondicionamientos adecuados, lo que dificulta su alquiler o reduce el beneficio esperado. Para resolver estas dificultades, es posible realizar reformas parciales o pequeñas adecuaciones de bajo presupuesto que aumenten el valor de la propiedad reformada entre un 20% y un 30%. Es importante considerar factores como la antigüedad del inmueble, su estado y el tipo de alquiler al que se destinará la propiedad. También es clave contar con la asesoría de un profesional que revise la estructura, las instalaciones eléctricas, la fontanería y el gas para evitar problemas futuros. Es esencial considerar la cocina, el baño y el salón, ya que son las tres áreas más importantes de la propiedad al momento de alquilarla. Una revisión de la caldera o de los sistemas de refrigeración, o un simple cambio de ventanas o de cerramientos pueden mejorar la eficiencia energética de la propiedad y reducir la factura energética para el propietario y los inquilinos.
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